jueves, 26 de julio de 2012

Simple, ténue, oscura claridad.


Diáfana, perpendicular, amplia la luz de la mañana. 
Agua. Agua de la que escuece.
Inquieto silencio que grita todo lo que no puedo. 
Y maquino y mato y magio y juego y me arrastro y espero en órbita cero, 
donde el tiempo y el espacio son demasiado limitados. 

Y otra vez silencio. 

Empiezo a crear un universo con pies de barro,
lleno de tu nada y mis ganas de algo.
Universo lleno del silencio que grita todo lo que no puedo. 

Y no sé cuántas líneas más voy a llenar de este frío nihilismo mío.
Y tengo miedo de la luz. 
Y quiero hacerlo todo de una vez y no me dejo. 
Agua. Agua de la que escuece por mi cuello. 

Y aprendo a hacerlo sin aire, 
pero respirando todo lo que aún me queda por ver, 
por arder, 
por querer.


¿No te sientes más pequeño?


De tan grande es demencial. 
No detecto una señal.
 Nunca encontraré el lugar. 
Lo tendré que investigar. 
Que empiece el viaje ya.

Infinita ingenuidad, ilusión centesimal: me creía tan capaz...

¿Y si no regreso jamás y este ruido no cesa?

Dime si no es para volverse loco.

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