miércoles, 12 de diciembre de 2012

Cuando quieras, arrancamos


 Juguemos a perder el tiempo, sí, venga, vamos, que tengo tiempo.

Por un segundo eterno no pensemos en echarnos de menos, olvídate de todo lo que sabes y mírame: no hay más nada que perder, excepto el tiempo que tenemos.
Ya he perdido la cuenta de los latidos que te he dedicado, dejemos de olvidarnos y gastemos todos los minutos que tenemos en las manos, juguemos a ver las horas correr, mientras nos quedamos muy quietos, inmóviles, casi sin respirar, para que no corra ni el aire entre tú y yo. Busca cualquier escusa para vernos: búscame, que, aunque no lo diga, te echo de menos. Vamos a doblarnos antes de partirnos, a preparar nuestro salto mortal, el que nos hace libres, porque si no reventamos contra las aceras no hay manera de observar como perdemos el tiempo sin mirar.

Tengo tiempo para perder, pero no a ti precisamente, así que ya sabes, cuando quieras nos comemos el amanecer.

Juguemos a perder el tiempo, sí, venga, vamos: perdámonos.









Si no fuera porque hice colocado el camino de tu espera, me habría desconectado, condenado a mirarte desde fuera y dejar que te tocara el Sol. Quiero oír algo de tu boca que diga que no sobra el amor y que empiece con "sí" y no con un "no".

Sus soldados son flores de madera y mi ejército no tiene bandera, es sólo un corazón condenado a vivir entre maleza sembrando flores de algodón.

Dices que a veces no comprendes lo que dicen mis dedos:

-¿Cómo quieres que esté dentro de tu ombligo?

Y si fuera mi vida una escalera me la he pasado entera buscando el siguiente escalón, convencido que estás en el tejado esperando a ver si llego yo.

Extremoduro - La verdad de la puerta de atrás

Hoy, voy a dejar de lado la vereda de la puerta de atrás y, ahora, que te escapas entre mis dedos, te dejo que me marques el camino.