jueves, 26 de julio de 2012

Simple, ténue, oscura claridad.


Diáfana, perpendicular, amplia la luz de la mañana. 
Agua. Agua de la que escuece.
Inquieto silencio que grita todo lo que no puedo. 
Y maquino y mato y magio y juego y me arrastro y espero en órbita cero, 
donde el tiempo y el espacio son demasiado limitados. 

Y otra vez silencio. 

Empiezo a crear un universo con pies de barro,
lleno de tu nada y mis ganas de algo.
Universo lleno del silencio que grita todo lo que no puedo. 

Y no sé cuántas líneas más voy a llenar de este frío nihilismo mío.
Y tengo miedo de la luz. 
Y quiero hacerlo todo de una vez y no me dejo. 
Agua. Agua de la que escuece por mi cuello. 

Y aprendo a hacerlo sin aire, 
pero respirando todo lo que aún me queda por ver, 
por arder, 
por querer.


¿No te sientes más pequeño?


De tan grande es demencial. 
No detecto una señal.
 Nunca encontraré el lugar. 
Lo tendré que investigar. 
Que empiece el viaje ya.

Infinita ingenuidad, ilusión centesimal: me creía tan capaz...

¿Y si no regreso jamás y este ruido no cesa?

Dime si no es para volverse loco.

sábado, 7 de julio de 2012

Por el miedo a actuar


Es como cuando tienes el mayor peso del universo en un punto de tu pecho, que se hunde lento y aparece el agujero negro, que devora todo lo carnal, el instinto caníbal quizá. Pero no sabes que mi agujero está conectado con el que tienes en tu bolsillo derecho, dejando que, como siempre, la nada se cuele. Y por eso, aunque no sea la solución, la respuesta es esperar, siempre es igual, por el miedo a actuar. Y esperar a que ocurra algo que todo lo vaya a cambiar, que venga a saciar todos mis agujeros negros, y, aún así, saber que, a pesar de la necesidad, no voy a actuar por el miedo a algo más.

De momento, yo y el suelo, los de siempre, donde siempre, y ya no más abajo porque no se puede. Aunque, a decir verdad, yo siempre quiero escarbar un poco más, ver hasta donde se puede profundizar, saber por esperar a que algo ocurra de una vez ya. Y ya no puedo, quizá es que tampoco quiero, acordarme de más porque siempre es lo mismo: contentarse con tu nada es imposible. Y, como tal, prefiero perderme a base de escapar.

Y es que quizá, como una vez me dijo el Mar, que a veces es azul, fuimos gatos y nos quedan un par de vidas más, no sé si también para esperar.

Quiero sentir algo. No me gusta pensar que estamos destinados. Quiero sentir miedo.




Y aquí sigo mientras tú hablas, a tus pies otra vez, y sigue sin pasar nada. Y hay más luz de lo habitual, no lo voy a negar, pero yo ya no sé si puedo o quiero más de esta nada que invade mi suelo y tu paraguas.Y al final todo es igual, el agua será la sal, yo seguiré sintiéndote como una necesidad y tú, pobre inmortal, nunca te irás. Y todo por el miedo a actuar.




Y es que si yo empezase a hablar, te sorprenderías. 
Tú ahora buscas novedad, pero antes de que te vayas vas a contemplar que he hecho algunos cambios: ya no hay confusión, el rencor duerme ahora en un desván, he tirado bolsas llevas de ansiedad y he tirado todos los defectos que uno guarda por guardar. 


¿Ves?, ya no hay nada de lo que tanto odiabas. Fue mi última bobada.

No lo hagas, no lo hagas ¿por qué me das la espalda si lo he cambiado todo de lugar? 

Espera. Aguarda. Nunca valoras nada.