Después llegó aquello de sonreírle al abismo y no, no me asustó, aunque ya se nos ha olvidado que “todo va a cambiar, vamos a tener que aprender a estar de cuando en cuando, a no poder disfrutar siempre que queramos porque tendremos que tener en cuenta el cuando podamos”.
Y ahora se me acumulan los segundos y pasa que tú no pasas o que yo paso demasiado y no te dejo llegar a la entrada por mi miedo a la nada o se acumula el aire de tu garganta en la ventana y pasa que me pierdo otra vez por nada, yo que prefiero encontrarme a base de escapadas, pero es otra vez tu abismal sonrisa, sí, la misma que me ayudó a saltar, sí, porque quizá es que sé qué es lo que pasa de verdad y ni siquiera quiero poder aceptar que nada siempre es nada y por eso busco cualquier esperanza en tu mirada, porque solo quiero sobrevivir otra semana, aunque no quiera creer que eres incompatible con lo que queda de mi alma y volver sabiendo que por algún motivo eres el miedo mío.
Sea como sea, no quiero quedarme a mitad, en el mismo estado de siempre: sin escaleras y con mis lunas luneras, a medio camino entre todas esas nubes rosas. Y quizá me puedan las ganas de estar sin ti, pero por eso vamos a jugar a tirar la mano y esconder la piedra, porque si no sé por dónde, solo tengo que empezar.
Hace poco,
la chica de Júpiter me respondió, en su mente,
que sabía que no era odio,
solo miedo y yo me lo creo.
Si tú no me lo das, lo tengo que inventar.
Pereza - Caramelo
Puedo soñar que te veo muy cerca de mí, que tengo todo lo que quiero y aunque lo intente, sé que voy a perder y mi cabecita creyendo que tú vendrás a mis pies, pero quizá, algún día, cuando me despierte de este ciego todo cambie y tú serás quien tiene miedo y yo seré tú y tú serás yo.
Y hace tiempo que no creo en nada, que no soy yo, que yo soy tú y tú no.
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