He descubierto que solo seremos libres cuando no haya más que perder, porque solo entonces, cuando al haberlo perdido todo, aprenderemos a vivir sin nada y dejaremos de ser masa. Así podremos forzar la realidad, empezar a ser totalmente libres y sin límites nada nos podrá parar.
Un momento: PARA.
Si no hay nada ni nadie, ¿para qué
queremos ser libres de verdad?, ¿qué sentido tiene hacer las cosas
por nada y para nada?, ¿merece la pena hacer algo sin que tenga
consecuencias?, ¿no son acaso las consecuencias lo único que nos
mueve a actuar?
Si queremos ser felices, también
necesitamos ser libres y para ser libres de verdad solo necesitamos
no estar, pero si la libertad no tiene consecuencias, no sabremos
cómo actuar, cómo valorar ni comparar, no podremos ser nunca libres
de verdad.
Lo único que queremos es ser y estar,
tener algo a lo que agarrarnos cuando ya no haya nada más, compartir
al respirar, así que, en realidad, nunca queremos ser libres de
verdad y por tanto tampoco necesitamos ser totalmente felices, porque
si no hay nada y solo estoy yo, lo único que puedo perder es a mí
mismo, aunque si solo estoy yo... ¿no puedo acaso perderme un poco
más y dejar de buscar en mitad de cualquier no-lugar?
Un duelo salvaje advierte lo cerca que
ando de entrar en un mundo descomunal, y no creo que me vaya a gustar
mucho más que toda esta fragilidad. Dime que es mentira todo, que no
hay una bestia detrás, un sueño tonto y no más, pero si no es
verdad, no quiero ocultar que he pasado sin tropezar porque creo en
los fantasmas terribles y en mis tonterías para hacer tu risa
estallar.
No sé contra quien voy...¿es que
acaso hay alguien más aquí?
Aún así, prefiero perderme por ti aunque tú te pierdas porque sí.
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